Hasta que se decidió la construcción del Puente Nuevo, el acceso entre ambas partes del macizo montañoso sobre el que se sitúa Ronda se efectuaba por el Puente Romano y el Puente Árabe. Nos dirigimos hasta el último de ellos para descubrir una de las curiosidades de la ciudad: la Puerta de Felipe V. Nos destinamos, pues, hacia las pequeñas bocacalles frente al Parador de Turismo y descendemos una pendiente empedrada hacia la derecha, dejando así la ciudad medieval enfrente.
Tras la terrible tragedia del desmoronamiento del primer Puente Nuevo, se planteó la necesidad de mejorar esta entrada de la ciudad debido al gran flujo de personas y mercancías que, de nuevo, se vieron obligadas a utilizarla.
Del mismo modo, la entrada amurallada, que seguía la costumbre musulmana de estar en codo para evitar cargas de caballerías, también tuvo que reformarse. El imparable crecimiento comercial de la ciudad convertía la entrada en un cuello de botella y la zona más alla de la entrada es una fuerte pendiente que se había convertido en un punto donde se atascaban tanto mercancías como personas. Así, y con la finalidad de facilitar el tránsito y tráfico, se derribó la puerta de estilo árabe y se erigió, en su lugar ,un sencillo arco de sillería al que se le dio el nombre del monarca reinante, Felipe V.
Cierto es que es más reseñable la historia de esta Puerta que su decoración, sencilla con frontón casi triangular rematado por pináculos y escudos de los Borbones y de la Casa de Anjou.
La visita a esta Puerta de Felipe V no es otra cosa que un recuerdo a la tragedia vivida en el siglo XVIII en esta ciudad y a las decisiones tomadas tras ella, pero también muestra del espíritu de superación y trabajo de todos los habitantes de Ronda
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