Una bonita manera de viajar por Escocia es siguiendo la carretera que sigue la costa.
Uno solo tiene que decidir desde donde empezar, Glasgow o Edimburgo y acabar por la que no empezó, por supuesto.
Si empezamos desde Edimburgo, después de una visita a la ciudad, que puede durar a lo sumo uno o dos días. Podemos coger la carretera hacia las Highlands, no sin antes pasar por la zona de las grandes destilerías de whisky, donde conviene detenerse levemente o más extensamente dependiendo de cuantas catas hayamos realizado, pero antes merece parada especial la ciudad de Stirling, ligada a William Wallace (Mel Gibson en Braveheart) donde se encuentra un imponente y majestuoso monumento en su honor y un magnífico castillo. Llegando a Inverness, podemos desviarnos a la izquierda y regresar un poco hacia el sur para encontrarnos con el famoso Lago Ness y tratar de divisar su misterioso monstruo. Seguiremos después hasta John O’Groats, la ciudad más al norte de la isla británica principal. Durante el viaje podremos ver o visitar si tenemos tiempos los acantilados y playas que los salpican, vacías, pues tienes que ser un valiente para bañarte en ellas aún en verano.
Desde allí hacia el oeste para luego seguir hacia el sur siguiendo la línea de la costa visitando Ullapool, la isla de Sky, Fort William, sin olvidar los catillos con fantasmas, hasta llegar a Glasgow, ciudad industrial, famosa por sus dos clubes de fútbol representantes de las religiones católica y anglicana.